domingo, 10 de diciembre de 2017

SI NO, LO MATAMOS


Cuarta entrega de la serie de novelas protagonizadas por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, alemana, de padre alemán y madre gallega, trabaja en el

A veces, las cosas no son lo que parecen, en la vida y en el trabajo.....La comisaria Weber-Tejedor se enfrenta a sus demonios personales y profesionales en un caso que pondrá a prueba inteligencias, lealtades y capacidad de reacción.
Me ha gustado muchísimo, tanto que ya estoy deseando que publiquen la quinta entrega para continuar leyendo.
Gracias Noelia Vallina, una vez más coincidimos literariamente!!!

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
La nueva entrega de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, una de las series más reconocidas por los entusiastas lectores de novela policíaca en español y más vendidas en Alemania.
Unos lucrativos secuestros exprés. Un asesinato para el cual no hay explicación. Y una comisaria, medio española y medio alemana, al frente de una investigación que la implica más de lo que habría querido.
Torsten Hagendorf, un respetable abogado que trabaja en una importante firma, es secuestrado por tres enmascarados, que exigen a su esposa todo lo de valor que tenga en ese momento en casa y todo el dinero que pueda sacar de inmediato de sus cuentas. Torsten, sin embargo, logra escapar. Horas después, cuando la comisaria Cornelia Weber-Tejedor y su compañero, el subcomisario Reiner Fischer, interrogan al matrimonio, descubren que ese no es el primer secuestro exprés que se ha producido en Fráncfort recientemente. Una modalidad, más asociada a países de otras latitudes, ha irrumpido secretamente en la apacible, siempre en constante transformación, ciudad alemana. Es el inicio de un intrincado caso que obligará a Cornelia a bucear en sus más oscuros recuerdos y que pondrá en jaque su valía y la de su equipo.
Si no, lo matamos demuestra una vez más el talento de Rosa Ribas para la intriga bien dosificada y para lograr el perfecto equilibrio entre investigación y vida personal, gracias a un personaje que cala en el lector: Cornelia, comisaria de homicidios que lidia en su vida personal con dos culturas y en la profesional con un equipo mayoritariamente de hombres.

Si no, lo matamos (fragmento)

1

La mujer de Lot
Tres siluetas borrosas. Tres hombres. Más no vio.
Antes de concentrar toda su atención en dejar las camisas bien puestas sobre el asiento trasero del coche, Torsten Hagendorf había contemplado el cielo limpio de nubes y había pensado que el tiempo parecía obedecer al calendario en esos primeros días de primavera. Ellos aparecieron de golpe. Tres hombres salidos tal vez de alguno de los vehículos aparcados en la callejuela, siempre desierta a esa hora, donde solía estacionar en un vado cuando recogía la ropa de la tintorería camino del trabajo.
Con un fuerte empellón, uno lo tumbó boca abajo sobre las camisas, a la vez que otro aprovechaba que el vehículo estaba abierto para ocupar el asiento del conductor. El que lo había empujado se le sentó sobre las piernas y, antes de que tuviera tiempo de entender lo que sucedía, le había puesto una capucha y lo había conminado a no ofrecer resistencia y mucho menos a gritar. En ese momento, el tercero entró por el lado del copiloto y cerró la puerta.
El hombre a su lado se volcó encima de él para impedir que se incorporara. Oprimido contra el asiento, sintió que no le llegaba el aire y empezó a respirar entrecortadamente. A través de la tela de la capucha aspiraba el olor del plástico fino que envolvía las camisas. El gancho de una de las perchas de alambre se le clavaba en el hombro derecho.
—Las llaves —le dijo el que lo había empujado, y le dio un golpe en la nuca con la palma de la mano.
Se removió para sacarlas del bolsillo de los pantalones. Tenía las piernas dobladas, los pies apretados contra la puerta, el peso del hombre sentado sobre las rodillas. Levantó un poco la cabeza y topó con la mano que le había golpeado. Encontró por fin las llaves y se las entregó.
—Arranca —ordenó al conductor el hombre que lo mantenía sujeto—. Tú, quietecito. ¿Dónde está el móvil?
Otro golpe en la nuca.

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