viernes, 18 de agosto de 2017

EL PENSIONADO DE NEUWELKE


Para escribir literatura romántica uno tiene que ser muy-muy buen escritor, muy culto y con un punto de contención que marque la diferencia entre lo romántico y lo melifluo.
Para escribir literatura romántica en el siglo XXI un escritor ha de tener todo eso multiplicado por 10. Es por eso que esta historia decimonónica es un buen intento, pero se queda en intento.....la prosa es fluida y agradable, los hechos pretendidamente originales, pero....le falta lo más importante, en mi opinión, autenticidad¡¡¡ todo el rato me parece estar leyendo una "copia" de alguna novela de Wilkie Collins mezclada con toque Austen o Brontë, pero algo falla, es un "quieroynopuedo".....
No puedo recomendarla, salvo en un momento de "apuro" sin nada a mano para leer y con un ansia irrefrenable de llevarse algo a los ojos¡¡

El pensionado de Neuwelke (fragmento)

1

"¡Ahora iba a resultar que cualquier jovenzuelo podía conocer los principios y fundamentos sobre los que se sustenta el cultivo de los tulipanes! Eso era lo que pensaba Jonas Fou’fingers mientras observaba la tierra negra de su jardín. 
A la dudosa luz del amanecer, la figura de Jonas Fou’fingers era una sombra terrible en medio de las brumas azules que serpenteaban desde los bosques desnudos y se iban deslizando por los campos helados hasta la gran mansión de Neuwelke. El anciano tal vez sintió un escalofrío, porque se aferró a los extremos de su capote de viaje y se envolvió en él procurando que no quedara un resquicio por el que pudiera colarse aquel frío húmedo y báltico que era capaz de corroer los huesos de cualquier escocés. Por debajo de la capucha se adivinaban los mechones de pelo pajizo de un hombre de Aberdeen y la mirada recelosa de los que viven al norte de «la frontera». Había empezado a contar con cierto temor los primeros años de la setentena, pero las arrugas de su rostro delataban más fortaleza que debilidad, y su pétrea mirada apenas era capaz de mostrar más ternura que la de una roca granítica del viejo Ben Macdhui.
Jonas Fou’fingers se quejaba porque el señor Buch le había encomendado una tarea para la que no se le había contratado. Desde luego, no estaba proponiendo una sublevación, simplemente constataba que se le había encomendado un trabajo por el que no se le pagaba. ¿Era jardinero o no era jardinero? Era jardinero. Luego no tenía por qué levantarse a las cinco de la madrugada, aparejar a Mr. Pickerton a la calesilla y emprender un viaje molesto y engorroso hasta Wolmar. "


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