sábado, 3 de septiembre de 2016

PASADO IMPERFECTO

Es una atracción fatal la que me conduce a todo lo que "huele a british", literariamente hablando, si el autor de la novela, además es el guionista de Downton Abbey......consumatum est¡¡¡.
Esta segunda novela de Julian Fellowes me ha gustado más que la primera, creo que el perfil de los personajes está mucho más conseguido, el ambiente roza la perfección y las situaciones harán la delicia de cualquier "britishmaniac@"¡. Lo de menos es el argumento, lo de más es la descomposición de una cierta clase social, consumada en sus "cachorros", todo se derrumba en el Imperio Británico y Fellowes lo cuenta casi en primera persona. Entretenida, con un toque sutil de intriga, abstenerse anglofóbicos del mundo¡¡¡
Si mis palabras no os han convencido, seguramente lo hará un fragmento de esta novela:

Uno

Londres es ahora una ciudad maldita para mí, y yo soy el fantasma que la ronda. Mientras me ocupo de mis asuntos, cada calle o plaza o avenida parece hablarme en voz baja de una época anterior, diferente, de mi vida. El paseo más breve por Chelsea o Kensington me lleva a una puerta donde una vez fui bienvenido, pero donde soy un extraño hoy en día. Me veo saliendo de ella, joven otra vez, y vestido para alguna fiesta ya olvidada, engalanado con lo que parece el traje regional de un país balcánico destrozado por la guerra. Esos pantalones de pata de elefante, esas camisas de chorreras con el cuello vuelto… ¿en qué estábamos pensando? Y mientras lo observo, detrás de mi fantasma, más joven, más delgado, caminan las sombras de los difuntos, padres, tías y abuelas, tíos abuelos y primos, amigos y novias, apartados por completo de este mundo, o por lo menos de lo que queda de mi propia vida. (Pag. 2)

martes, 30 de agosto de 2016

MUERTE EN LAS ISLAS


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Georges Dupin, comisario de policía en la localidad bretona de Concarneau (Francia).

La ecología, la corrupción política y la venganza forman el triángulo perfecto para el asesinato....y de fondo nuestro Georges Dupin y la maravillosa Bretaña.
Quizás las tramas de las novelas de Bannalec podrían estar un poco más trabajadas pero las descripciones de paisajes, tradiciones, gastronomía y música son tan perfectas que hacen que me sienta en casa.
Esta Costa da Morte francesa es tan parecida a la gallega que hasta comen caldeirada de maragota, un pescado que nunca había oído nombrar fuera de Galicia, la preparan con mantequilla pero en esencia es el mismo plato de marineros que aquí.
Seguiré a Dupin por Bretaña, me relaja....¡¡¡

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
Unas islas paradisíacas frente a la costa bretona, tres cadáveres en la playa y un comisario amante del café, la comida, los pingüinos y las investigaciones a la manera clásica.
Segundo caso para el Comisario Dupin, el investigador que protagoniza la serie de novela policíaca que lleva vendidos más de 2.000.000 de ejemplares.
Es lo último que le apetece a Georges Dupin esa mañana: tener que salir corriendo, sin haber podido tomar su segundo café, meterse en una bamboleante patrullera de la policía, atender al perfecto que le atosiga a llamadas porque un amigo suyo ha desaparecido y no disponer de la menor pista sobre la identidad de los tres cadáveres que han aparecido en una playa de las islas Glénan.
¿Quiénes eran esos tres hombres? ¿Tal vez víctimas del violento temporal que azotó el archipiélago la noche anterior? Todo apunta a que murieron ahogados, hasta que algo despierta las dudas del comisario.
Mientras Dupin, en su cuartel general del bar-restaurante de la isla de Saint Nicolas, interroga a los sospechosos, vuelve locos a sus colegas y se sumerge en las oscuras historias de los isleños, una nueva tempestad empieza a gestarse.
Las historias del comisario Georges Dupin, una versión moderna de las novelas clásicas de detectives, se han convertido, en apenas tres años, en una de las sorpresas editoriales de Alemania, con una serie de televisión, la publicación en varios países y un renovado entusiasmo por la Bretaña francesa, que ha visto incrementar las visitas de turistas a los escenarios de las novelas.

Muerte en las islas (fragmento)

El primer día

El archipiélago se alzaba delante de ellos como un espejismo: las islas, alargadas y llanas, parecían flotar como por arte de magia en el mar opalino, un poco difuminadas y rutilantes.
Las más grandes se reconocían a simple vista gracias a unas pocas construcciones emblemáticas: la misteriosa fortaleza en la isla de Cigogne, el viejo faro azotado por los temporales en la de Penfret, la granja abandonada en la de Drénec y las cuatro casas marcadas por décadas a la intemperie en la de Saint-Nicolas, la principal del famoso archipiélago… Las legendarias islas de Glénan.
Estaban a diez millas náuticas del continente, de Concarneau, la magnífica «ciudad azul» de la región bretona de Cornualles, para cuyos habitantes eran desde tiempos inmemoriales las «protectoras». Día tras día se constituían en su horizonte inamovible. Dependiendo de cómo se veían, si nítidas, borrosas, empañadas, rutilantes o firmes en el agua, interpretaban el tiempo que haría al día siguiente y, en determinadas fechas, incluso el que haría el resto del año. Los bretones llevaban siglos discutiendo tenazmente sobre cuántas islas había. Siete, nueve, doce o veinte eran las cifras más habituales. Lo único indiscutible era que había siete «grandes». Y «grande» significaba a lo sumo unos cientos de metros de longitud. Antiguamente, el archipiélago formaba una sola isla, que el mar embravecido y el embate constante de las olas fueron fragmentando poco a poco.