jueves, 24 de septiembre de 2015

CLARABOYA




Esta novela fue reseñada, para LIBROS, por Gissela Olaondo el 11 de Mayo de 2012, y tal como lo escribió, lo reproducimos:

."En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, hay un interior escondido." Raul Brandâo.
"Gissela Olaondo Amanece en Lisboa. En una mañana de mediados del siglo XX, la mirada del novelista se asoma a la ventana de un vecindario. Se anuncia un día no muy diferente de los demás: el zapatero Silvestre, que abre su taller; Adriana, que parte hacia ...el trabajo mientras en su casa tres mujeres inician otra jornada de costura; Justina, que tiene ante sí un largo día jalonado por las disputas con su brutal marido; la mantenida Lidia; y la española Carmen, sumida en nostalgias...
Discretamente, la mirada del novelista va descendiendo y, de repente, deja de ser simple testigo para ver con los ojos de cada uno de los personajes. Capítulo a capítulo, salta de casa en casa, de personaje en personaje, abriéndonos un mundo gobernado por la necesidad, las grandes frustraciones, las pequeñas ilusiones, la nostalgia de tiempos que ni siquiera fueron mejores. Todo cubierto por el silencio tedioso de la dictadura, la música de Beethoven y una pregunta de Pessoa: «¿Deberemos ser todos casados, fútiles, tributables?»" Gissela Olaondo (11 de Mayo de 2012)

Asomarse al "Universo Saramago" es como abrir una ventana a la vida con todas sus consecuencias, una ventana al amor, al desastre, a la esperanza, a la desesperanza, a la alegría, a la frustración.....vivir por encima de todo.
Esta primera novela, olvidada, nos devuelve al Saramago de la primera época, intimista, reflexivo, joven con esperanza de vivir y escribir,  y en su patio de vecinos lisboeta asistimos todas las historias que conforman la vida, el ansia de vivir aunque sea contra todo, aunque sea contra uno mismo. Para comprender a Saramago hay que leerle y releerle, sin tregua, sin descanso, con placer!!!

Un fragmento de Claraboya, sobre la vida, la vida misma:

Abel - “Tengo la sensación de que la vida está detrás de una cortina, riéndose a carcajadas de nuestros esfuerzos por conocerla”.
Silvestre - “Hay tanto que hacer en este lado de la cortina, amigo mío… Aunque viviera mil años y tuviera las experiencias de todos los hombres, no conseguiría conocer la vida” (pág. 144).